
30 Abr Las madres de Plaza de Mayo: 48 años de lucha
Este 30 de abril de 2025 se cumplen 48 años desde aquella primera ronda que un grupo de mujeres valientes realizó frente a la Casa Rosada en Argentina. Lo que comenzó como una reunión desesperada de madres buscando a sus hijos desaparecidos durante la dictadura militar, se transformó en uno de los movimientos de derechos humanos más emblemáticos y respetados del mundo. Las Madres de Plaza de Mayo, reconocibles por sus pañuelos blancos y su inquebrantable determinación, nos enseñaron que el amor maternal puede convertirse en una de las fuerzas más poderosas contra la injusticia y el olvido. Su historia de resistencia pacífica, perseverancia y transformación del dolor en lucha colectiva sigue inspirando a generaciones enteras, no solo en Argentina sino en todo el mundo.
Los orígenes: de la desesperación a la organización
El contexto histórico
Para comprender el surgimiento de las Madres de Plaza de Mayo es fundamental conocer el oscuro período en el que nació este movimiento. El 24 de marzo de 1976, un golpe de Estado instauró en Argentina una dictadura cívico-militar que se extendería hasta 1983, encabezada inicialmente por Jorge Rafael Videla. Este régimen implementó lo que la Justicia argentina ha probado como un «plan sistemático de exterminio» que incluyó desapariciones forzadas, torturas, apropiación de bebés y la utilización de centros clandestinos de detención. Miles de personas, principalmente jóvenes, fueron secuestradas por las fuerzas de seguridad del Estado sin dejar rastro alguno.
La Primera Ronda
El nacimiento oficial del movimiento ocurrió el sábado 30 de abril de 1977. Todo comenzó cuando un grupo de 14 madres se encontraba en la Curia Metropolitana de Buenos Aires esperando ser atendidas por el secretario del vicario castrense. Frustradas por la falta de respuestas en hospitales, comisarías, cuarteles e iglesias, una de ellas, Azucena Villaflor, propuso una idea que cambiaría la historia: «Individualmente no vamos a conseguir nada. ¿Por qué no vamos todas a la Plaza de Mayo? Cuando vea que somos muchas, Videla tendrá que recibirnos».
Aquel primer grupo incluyó a Azucena Villaflor, Berta Braverman, Haydée Gastelú, las cuatro hermanas María Adela, Julia, María Mercedes y Cándida Gard, Delicia González, Pepa García de Noia, Mirta Baravalle, Kety Neuhaus, Raquel Arcuschin, Antonia Cisneros y otras valientes mujeres. Se dirigieron a la Plaza de Mayo, ubicada frente a la Casa Rosada (sede presidencial), y se pararon frente a la entrada principal con la esperanza de conseguir una audiencia con Videla.
De la prohibición a la resistencia creativa
La dictadura había impuesto el estado de sitio, prohibiendo las reuniones de más de tres personas y permanecer inmóvil en la vía pública. Cuando la policía les ordenó «circular» (abandonar la plaza), las madres encontraron una forma de burlar la prohibición: comenzaron a caminar en círculos alrededor de la Pirámide de Mayo, monumento central de la plaza, de a dos y tomadas del brazo para evitar formar grupos. Así nació la emblemática «ronda de las Madres».
Al viernes siguiente, más madres se sumaron desde la ciudad de La Plata, entre ellas Hebe de Bonafini, quien más tarde se convertiría en una figura fundamental del movimiento. Para la tercera reunión, decidieron cambiar el día a los jueves a las 15:30, horario que se mantiene hasta la actualidad.
Símbolos y formas de resistencia
El pañuelo blanco: un símbolo universal
Para identificarse entre ellas en las marchas religiosas y multitudinarias, estas mujeres comenzaron a usar un pañuelo blanco en la cabeza. Este pañuelo, inicialmente confeccionado con tela de los pañales que se usaban para bebés, representaba simbólicamente a sus hijos desaparecidos. Con el tiempo, este simple trozo de tela blanca se transformó en uno de los símbolos más reconocibles de la lucha por los derechos humanos a nivel mundial.
Las Rondas de los jueves
Lo que comenzó como una estrategia para eludir la prohibición de reunirse se convirtió en un ritual de resistencia. Todos los jueves, a las 15:30, las Madres caminaban alrededor de la Pirámide de Mayo. Esta manifestación pública, pacífica y persistente, consiguió algo que parecía imposible: visibilizar lo que la dictadura intentaba ocultar. Para 2022, ya habían realizado su ronda número 2297, demostrando una constancia inquebrantable.
Enfrentando la represión
El régimen militar no permitiría que estas mujeres desafiaran su poder impunemente. Entre el 8 y 10 de diciembre de 1977, el grupo de tareas 3.3.2, bajo el mando de Alfredo Astiz, secuestró a tres referentes fundamentales del movimiento: Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco. Fueron llevadas a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) y posteriormente arrojadas vivas al mar en los tristemente célebres «vuelos de la muerte». Las madres fundadoras corrieron el mismo trágico destino que sus hijos.
A pesar de este terrible golpe, las amenazas constantes y ser calificadas como «las locas de la Plaza», el movimiento no se detuvo. La ronda nunca se interrumpió, transformándose en un símbolo mundial de coherencia y persistencia.
La evolución de su lucha
De la búsqueda a la justicia
Lo que comenzó como un movimiento espontáneo con el objetivo inicial de «recuperar con vida a los detenidos desaparecidos», evolucionó hacia la búsqueda de justicia. Las Madres ampliaron sus objetivos: establecer quiénes fueron los responsables de los crímenes de lesa humanidad y promover su enjuiciamiento. Con el tiempo, muchas de ellas asumieron como propia la lucha política que habían emprendido sus hijos.
Expansión de sus actividades
Con el retorno de la democracia, las Madres no se conformaron con la búsqueda de justicia por los crímenes cometidos. Expandieron sus actividades creando diversos proyectos que mantuvieran viva la memoria y continuaran la lucha social. Establecieron su propia radio, fundaron la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo (UPMPM), crearon un programa de televisión, un café literario, desarrollaron un plan de viviendas sociales e incluso una guardería infantil. Esta universidad, actualmente denominada Instituto Universitario Nacional de Derechos Humanos Madres de Plaza de Mayo, fue concebida como una «universidad de lucha y resistencia».
Figuras emblemáticas
Azucena Villaflor: la chispa inicial
Azucena Villaflor de De Vincenti es reconocida como la impulsora de aquel primer encuentro en la Plaza de Mayo. Su idea de unirse colectivamente para dar visibilidad a su reclamo fue el germen del movimiento. Su liderazgo fue brutalmente interrumpido cuando fue secuestrada en diciembre de 1977, pero su espíritu de lucha permaneció como inspiración para todas las Madres que continuaron su legado.
Hebe de Bonafini: una vida de lucha
Hebe María Pastor de Bonafini, nacida el 4 de diciembre de 1928 en El Dique, partido de Ensenada, se unió al movimiento tras la desaparición de sus dos hijos, Jorge Omar y Raúl Alfredo, y posteriormente de su nuera, María Elena Bugnone Cepeda. Presidió la Asociación Madres de Plaza de Mayo desde 1979 hasta su fallecimiento en 2022.
Hebe solía describir su transformación personal: «Antes de que fuera secuestrado mi hijo, yo era una mujer del montón, una ama de casa más. Yo no sabía muchas cosas. No me interesaban. La cuestión económica, la situación política de mi país me eran totalmente ajenas, indiferentes. Pero desde que desapareció mi hijo, el amor que sentía por él, el afán por buscarlo hasta encontrarlo… me han puesto en un mundo nuevo». Su caso ilustra cómo estas mujeres, muchas de ellas amas de casa sin experiencia política previa, se convirtieron en activistas incansables por los derechos humanos.
El legado permanente
Una cifra aún incierta
A pesar de décadas de lucha por la verdad, aún no existe una cifra definitiva de cuántas personas fueron desaparecidas durante la dictadura militar argentina. Como señaló la Corte Suprema de Justicia de la Nación en un fallo de 2018, «el juzgamiento de los hechos perpetrados durante el terrorismo de Estado ha afrontado dificultades excepcionales derivadas, en parte, del dominio de las estructuras estatales que -durante años- tuvieron sus autores, y también de las múltiples medidas que fueron articuladas para evitar represalias futuras y garantizar impunidad». Esta incertidumbre refuerza la importancia continua de la labor de las Madres.
Un modelo global de resistencia pacífica
El impacto de las Madres de Plaza de Mayo trasciende las fronteras argentinas. Su modelo de resistencia pacífica, basado en la persistencia y en la transformación del dolor individual en lucha colectiva, ha inspirado a movimientos de derechos humanos en todo el mundo. Demostraron que un pequeño grupo de mujeres determinadas puede enfrentar a un régimen autoritario armado únicamente con su presencia constante y su reclamo de verdad.
Conclusión
A 48 años de aquella primera ronda, el legado de las Madres de Plaza de Mayo sigue más vigente que nunca. Su lucha nos recuerda la importancia de mantener viva la memoria colectiva y de no ceder ante la injusticia, por más poderoso que parezca el adversario.
Estas mujeres, que inicialmente solo buscaban a sus hijos, terminaron transformando la sociedad argentina y contribuyendo significativamente a la construcción de una cultura de derechos humanos a nivel mundial. Sus pañuelos blancos, que continúan dando vueltas alrededor de la Pirámide de Mayo cada jueves, nos recuerdan que la búsqueda de verdad y justicia es un camino sin fin, pero también que el amor y la perseverancia pueden convertirse en las armas más poderosas contra el olvido y la impunidad.
En un mundo donde frecuentemente se intenta borrar o relativizar los horrores del pasado, las Madres nos enseñan que recordar es un acto político y que la memoria es el primer paso hacia la justicia. Su ejemplo sigue inspirando a nuevas generaciones de defensores de derechos humanos en Argentina y en el mundo entero.
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